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Un trabajo multidisciplinar liderado por investigadores del cicCartuja ha demostrado que la rusticianina, proteína azul de cobre, posee una función antimalárica. Más concretamente se ha logrado identificar los aminoácidos de la cupredoxina que interaccionan con una proteína de superficie del parásito, la MSP1, que es la misma a la que se unen los anticuerpos monoclonales generados por el hospedador para impedir la invasión de los glóbulos rojos.
La malaria es una enfermedad infecciosa, aún endémica en muchas partes del planeta, que cada año produce entre 400 y 900 millones de casos de fiebre aguda y entre uno y dos millones de fallecimientos. La enfermedad puede ser causada por una o varias especies del género Plasmodium. Los vectores de esta enfermedad son las hembras de diversas especies del mosquito Anopheles. Si un mosquito portador pica a una persona, el parásito en uno de sus estadios (esporozoitos) entra a través de la saliva del mosquito y migra al hígado del nuevo hospedador, donde se multiplica rápidamente y se transforma en otro estadio (merozoitos) pasando al torrente sanguíneo. Una vez en el torrente, invade los glóbulos rojos y sigue multiplicándose hasta provocar la ruptura de estos, lo que provoca crisis febriles muy intensas.
El parásito presenta una proteína de superficie, la MSP1, que resulta clave en la invasión de los glóbulos rojos. Y específicamente se sabe que los anticuerpos monoclonales producidos naturalmente por el hospedador se unen al fragmento C-terminal de 19 kDa de la proteína de superficie del merozoito 1 (MSP119) para neutralizar la invasión.
La rusticianina es una metaloproteína perteneciente a la familia de las cupredoxinas. Dadas las homologías estructurales de las cupredoxinas con el dominio Fab de los anticuerpos monoclonales, los firmantes de este estudio decidieron combinar técnicas experimentales calorimétricas y de resonancia magnética nuclear para obtener diversas medidas de los complejos MSP119-cupredoxina. De entre los resultados obtenidos en las cupredoxinas estudiadas, destacó que la rusticianina formaba complejos bien definidos en el mismo lugar de la superficie de la MSP119 que reconocen los anticuerpos.
Para demostrar que esta homología estructural se correspondía con una homología funcional, la colaboración con científicos del Instituto Nacional para la Investigación Médica de Londres demostró que la adición de rusticianina a cultivos celulares infectados reducía la parasitemia, mientras que otras cupredoxinas no producían este efecto. De este modo queda probado que esta metaloproteína ejerce una función antiproliferación, bloqueando la proteína de superficie del parásito en el mismo sitio que lo hacen los anticuerpos producidos naturalmente por el hospedador.
Concluir que este es un estudio que amplia horizontes para el diseño de fármacos antipalúdicos en una próxima fase, mediante la síntesis de péptidos que no contengan las decenas de aminoácidos de la rusticianina, sino solo aquellos fundamentales para bloquear la proteína de superficie (MSP119) que el parásito utiliza para invadir y multiplicarse, abriendo una nueva puerta para un tratamiento más eficaz de la malaria.

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